viernes, 23 de noviembre de 2012

CONTRASEÑA

Caminito del peñón en tiempos de los espías.


El santo y seña acordado tras una agria discusión acabó siendo "Gibraltar". Ella se opuso en principio por temor a lo obvio. Él argumentó que lo obvio era el mejor parapeto tras el que camuflarse en el momento actual.  

  —¿Me llamas vulgar?  


Él apagó el cigarrillo con furia innecesaria, zanjando el tema.


—El coche estará aparcado donde siempre. A las nueve cruzareis la aduana, y no más allá de las nueve y media entrarás sin compañía en el hall del Holiday. Allí, alguien que saldrá de la recepción oficial en la embajada te dirá Gibraltar no más tarde de las diez. Le entregarás el abanico con el documento dentro.


—¿Y vuelta a casa sin tomarme ni una copa?


—Y vuelta a casa como las niñas buenas. A las once en la cama.


Él no sabe el nombre verdadero de esa mujer morena que se arriesga una noche más. Ella desconoce quién es en realidad el último cómplice que le han adjudicado en la Venta Miraflores.  


Gibraltar se oculta tras la niebla. Empieza a llover suavito ese agua que aquí llaman calabobos.





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