lunes, 17 de marzo de 2014

OP DE WEG NAAR ALCALÁ


Lirios salvajes en el camino de Jerez a Alcalá
Abril tiene fama de ser el mes más cruel. Pero ha sido marzo, esta primavera arrebatada de marzo la que nos ha robado a María, a la tía María la Bala, jerezana de la familia de los Sordera.

 Quizás porque vinieron los hijos muy seguidos y ya mismo los nietos, o tal vez por Culpa (sí, por Culpa) de un marido posesivo y celoso, María dejó de cantar para los otros muy joven. Nunca dejó de cantar para ella misma, eso seguro. De entonar suavito nanas gitanas a sus afortunados niños, o de canturrear una bulería junto al fuego del gas mientras preparaba el potaje, o una soleá cuando tendía la ropa al sol bronceado de Jerez: su buen compás y su voz magnífica y afinada lo avalan.

Dicen las versos de Eliot que Abril engendra lilas de la tierra muerta, mezcla memoria y deseo, mezcla insensibles raíces con lluvias primaverales; pero ha sido marzo el que con su luz dorada y sus primeros vencejos, caminito de Alcalá, ha hecho un ramo con lirios silvestres y tréboles y ha tomado de la mano a María para llevarla junto a Morao y tantos otros, a llorar al cielo entre cante y cante las mejores lágrimas que se puedan llorar.








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