martes, 18 de noviembre de 2014

LA COLIFLOR ÁUREA

Esta vez sí que ha sido potente el correctivo:  he comido una coliflor urdida de flores perfectas y me encuentro mucho mejor.

Ni bello romanesco, ni cárdeno brócoli, el prodigio lo ha obrado una humilde coliflor.

Su blanco corazón esculpido con la geometría perfecta que nos regalan los dioses  atrapados en la naturaleza.

Un bocado de purita proporción áurea para contrarrestar tanta mierda como se mete una algunas veces por la boca.







miércoles, 5 de noviembre de 2014

CUANDO LOS ELEFANTES Y YO SOÑAMOS CON LA MÚSICA



Como va a ser cierto que Dios escribe derecho con renglones torcidos, una de las pocas cosas buenas que me ha traído este gobierno del PP es que por fin he cambiado de emisora, y eso que dicen que mover el dial de la radio es más difícil que cambiar de marido.

Hastiada del ñoñerío y el giro "gaviotil" que estaba tomando el asunto, yo que era oyente añeja de radio 1 me borré del tirón. Y era oyente asidua de radio nacional no solo o más que por la programación, porque detesto la publicidad en la radio y ahí no hay. Así que desde lo de Rajoy y adláteres, sin salirme del tiesto me salí de lo lindo y he recuperado con ganas la radio de mi juventud, radio 3, que en estos tiempos viene siendo casi una militancia.

La recuerdo en esos primeros tiempos verdísimos y tiernos, cuando yo también era muy tiernecita y radio 3 y yo viajábamos a lomos de una gran ola de libertad. 
Entonces tenía hasta sus propios boletines de noticias, que fue de lo primero que recortaron en los primeros noventa: no se podía tolerar el giro tan  independiente de esos noticieros y se empleó a fondo la podadora.

Repleta de colaboradores ilustres, recuerdo con una sonrisa esa vez que llamé por teléfono para hablar con Agustín García Calvo ni más ni menos, y este, en vivo y en directo me preguntó no sé por qué si yo tenía envidia de pene. No sé cómo escapé del trance: ahí mi abochornado subconsciente me ha hecho un favor, seguro.

Ahora poco a poco me pongo al día. A veces hay música disco a horas inhóspitas, música para jugar con videoconsolas o demasiado ruido, y entonces sencillamente viajo hasta mi remanso manso en radio clásica. Pero la mayoría de las veces, reencuentro viejos amigos de fines de los ochenta o los noventa y conozco a un montón nuevos, todo un lujazo que amplío día a día.

Oigo las noticias en las emisoras de siempre y después, con el corazón en un puño, regreso rápido a este punto del dial donde los elefantes y yo soñamos con la música.