sábado, 5 de diciembre de 2015

AZAHAR A DESTIEMPO

Flor y fruto obligados a vivir en buena armonía.
En estos días previos a navidad, pasear por Sevilla lleva aparejado un desconcierto olfativo fruto del cambio climático que ya vamos teniendo encima, un desconcierto dulce y refrescante, eso sí, pero que superada la sorpresa y el disfrute, no acaba de gustar. 

Cuando los naranjos de nuestras aceras deberían estar cuajados de naranjas en su punto óptimo de maduración, muchos de ellos, contrariados en su esencia por el anticiclón que se resiste a abandonarnos y que ha mantenido a esta mitad sur de la península en una falsa primavera cuando sonaban ya las doradas flautas del otoño, han florecido. Las naranjas también están ahí, pero comparten con las flores, celosas, la fresca oscuridad de sus ramas.

A esta ciudad que tan bien le sientan algunas veces los tópicos, sobre todo cuando son livianos y afortunados, el olor de la flor del naranjo en diciembre la tiene mareada.

Y es que hay un tiempo para cada cosa, y ahora, este azahar a destiempo, no es más que otro aviso del extravío de la naturaleza, una señal inequívoca de que se están rompiendo ciertos ciclos imprescindibles para la vida, un aroma agridulce y preocupante.


lunes, 23 de noviembre de 2015

PALABRAS AFORTUNADAS

La semana pasada de este mes de noviembre, además de los sinsabores y las pequeñas alegrías rutinarias, de los terribles momentos ligados a la sinrazón, al miedo colectivo y a la desvergüenza habitual de ciertos líderes, además de las guerras, las mujeres muertas a manos de sus parejas, de la intensa contaminación ambiental y la sospecha de la cicatería con que se va a tratar el cambio climático en la conferencia mundial de París, además de todas las cosas difíciles de ver, de oír, de sentir que trajo esta intensa semana, también me vino con el regalo de dos bellas palabras que desconocía: serendipia y hauciar.

De la segunda de sobra últimamente hablamos y los menos afortunados viven su antagónica, deshauciar, que no necesita adjetivos ni explicación; pero su contraria, hauciar, va más allá de la privación material, es como la imagen de un cisne reflejada en el espejo donde se mira un pato tuerto y sin plumas, pues este verbo por desgracia en desuso significa crear esperanza. ¡En desuso! Qué torpes somos ¡como si precisamente hoy crear cualquier clase de esperanza fuera algo superado, inútil!

Si bella es hauciar no se le queda atrás serendipia, que habla de un encuentro afortunado, inesperado, hermoso, cuando en principio estabas buscando otra cosa: un dulce error.

Así que a pesar de los muchos pesares, solo por el feliz encuentro con estas palabras, esta de mitad de noviembre ha sido también una semana cargada de fortuna, como si el papelito que guardaba dentro la galleta china que quizás comí, trajera pintado el ideograma de esperanza.


martes, 17 de noviembre de 2015

SU MARSELLESA

Algunas, muchas veces me dan envidia nuestros vecinos los franceses. Y este sábado, con el dolor y el estupor, también florecieron mi envidia y mi emoción al oírles cantar su himno de modo espontáneo a la salida del fútbol, cuando ya estaban al tanto del horror aún humeante.

La marsellesa, ese himno que tiene compases sublimes dignos de cualquier ópera de Verdi, tiene también y sobre todo en la letra que no se canta, ratillos turbios, racistas o algo violentos, pero no deja de ser grandiosa cuando siempre mejor a coro que en solitario, le canta a la "libertad amada", se pide el perdón para esas "víctimas tristes que a su pesar se arman contra nosotros"o cuando sencillamente se pregunta"¿qué pretende esa horda de esclavos?", palabras  hermosas, definitivas y clarividentes que también y sobre todo sirven para el momento actual.

Aquí, en nuestra innombrable España, no triunfó ni siquiera la letra que Pemán escribió para la Marcha Real, a pesar de que era patriótica hasta el tuétano y de que antes de que se pusiera a hablar de yunques y ruedas, muestra estampas nobles y bonitas como ese "seguir sobre el azul del mar el caminar del sol", una más de esas bellas y emotivas imágenes que los fachas manejaban bien y que en las letras de Montañas Nevadas o el Cara al sol, alcanzaron su brillantísimo cenit.

Si no triunfó la de Pemán, qué decir de la letra que ya en democracia escribieron Juaristi y De Cuenca por encargo, letras que por supuesto ya no recuerdan ni ellos, y aún menos una versión de la que no queda rastro con la que se atrevió el mismísimo Sabina.

Lo más parecido a la letra de nuesto himno, es una letrilla que vociferaban mis sobrinos de pequeños y con la que yo me moría de la risa, esa que dice aquello de "Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer se lo lava con Ariel", tonta pero irreverente y con la que no se habrían atrevido Fofó y Miliki, allá en mi lejana infancia.

No quiero decir yo con esto que nos haga falta letra para un himno ¿eh?, y aún menos en este momento en el que nuestra piel de toro parece que se apurgara un poco por el noreste, pero es cierto que a ratos, por lo menos, consolaría.

sábado, 17 de octubre de 2015

LA ASIGNATURA DE FILOSOFÍA, ATROPELLADA

Platón desnarizado, se pregunta qué pasó.
El último cautivo apagó el interruptor y las sombras se desdibujaron en la pared de la cueva. 

Ni siquiera volvió la cabeza para despedirse del que había sido su lugar de trabajo durante tanto tiempo.Tomó el ascensor y pulsó el botón menos cero. Su audi lo reconoció cuando estaba muy cerca, desplegó los retrovisores y encendió sus faros, dócil como un perro que mueve el rabo al acercase su amo. Se subió al coche y ascendió la empinada cuesta de salida mientras aspiraba la primera calada de su marlboro.

Ya en la calle, todo eran sombras sin luna ni estrellas.

Que no se me olvide mañana mirar el Marca a primera hora, antes de pasarme por la oficina del INEM, pensó mientras exhalaba una larga bocanada de humo. 

Solo fue un roce, pero la gran velocidad del coche la estampó contra un muro. 

La radio vomitaba a todo volumen la canción del momento y el cautivo no oyó el impacto.


La noche más oscura se lo tragó sin que supiera que había atropellado de muerte a la asignatura de filosofía. 


viernes, 18 de septiembre de 2015

LA PESTE BUCÓLICA

El campo olía mal. 

Quizás a causa de una nave avícola cercana, o de un bicho muerto o de una charca putrefacta. 

La casita rural que habían alquilado a las afueras del pueblo de su infancia se convirtió en una trampa para domingueros, un tú y tus ideas ¿no te dije que no me gusta el campo? 

Llevaban semanas planeando estos días pero en vez de estimulantes caminatas, de ventiladas lecturas, de amorosas conversaciones al calor de la chimenea, le tocó escuchar de viernes a domingo un rosario de reproches con voz nasal, soportar un resfriado impostado por las pinzas en la nariz, oler una insufrible peste. 

Qué mala suerte que en vez del aroma de la tierra después de las primeras lluvias hubiera este olor nauseabundo. 
Aunque no tan mala si la decisión, por fin, estaba ya tomada. 

Quizás en el fondo sí habían sido unas vacaciones bucólicas. Sobre todo porque eran las últimas. 

jueves, 9 de julio de 2015

EL FANTASMA DE CERNUDA

Foto de M.R.
Estoy de suerte. Siempre quise vivir en el centro de Sevilla y ahora está en venta la casa de mis sueños, el número 6 de la calle Acetres, donde nació y pasó su infancia el poeta Luis Cernuda.

Cierto que de aquella casa queda poco, que la de ahora se mantiene en pie de milagro, que de la cristalería que ha habido hasta hace no demasiado y que le dio algo de vidilla póstuma no queda más que el cartel vidriado, que a todas luces compraría una ruina de dos plantas y azotea, una ruina cuya reforma no tengo modo de pagar por más vidas que viva, pero no me importa. Yo quiero esa ruina y la quiero precisamente por ser una ruina, ya que lo que yo en verdad deseo poseer es el espíritu de esa casa, el lugar mágico donde me encontraría con el niño fantasma que aún vive en ella.

En esta casa inmutable, eterna, a todas luces inexistente, viviríamos Albanio y yo nuestra quimérica vida, desafiando a la muerte. Sin más entretenimiento que escuchar el lento caer de la gota de agua en la fuente del patio, sin más compañía que la de los peces color escarlata que en dicha fuente aún nadan, sin más faena que la de sorprender a las verdes pilistras en su lento crecimiento, sin más espera que la de la tardía hora en que se descorre la vela para estudiar en la noche el mapa de las estrellas.

Los dos solos, soportando los rigores del verano sentados en el frío mármol, en el primer escalón de la escalera, con un gran atlas de la librería paterna sobre las rodillas, repasando con el dedo transparente rutas de viajes que ambos sabemos que no haremos nunca.

De la dama de noche de otros tiempos nos llegaría a ráfagas el olor, y de la calle, el pregón antiguo del vendedor de jazmines.

A la caída de la tarde subiríamos a la azotea para escuchar el rumor del río cuando todavía era río, y verde y limpio, para ver el perfil de la ciudad cuando todavía era de color gris de plata y no este blanco sucio de humo y colapsadas circunvalaciones.

Juntos el pequeño fantasma de Albanio y yo, disfrutando de esos días que los dos queremos creer eternos, triunfantes sobre la astucia bicorne del tiempo y de la muerte, como pequeños diosecillos sin sombra y sin más reino que las ruinas de esta casa.



Foto de M.R.



miércoles, 6 de mayo de 2015

"AY" QUE JODERSE.

No me gusta el fútbol. Ni a lo que suena, ni a lo que huele.

Como ciertas modas pendulares, hoy eso no está bien visto, como sí lo estuvo por ejemplo en la transición. Quizás mañana vuelva a no estar de moda, con lo cuál yo iré a la moda, no creo que sea yo la que varíe de gusto, aunque nunca debe poner una la mano en el fuego por nada ni por nadie.

No dudo de que algo tiene en las tripas, algo hermoso e hipnotizante, más allá de lo que tiene de espectáculo o de mercado, incluso de deporte, y grandes intelectuales e incluso poetas, lo adoran. Pero yo no llego a sus tripas porque no me gusta ni la superficie, así que  si no meto un pie en las olitas donde rompe ese mar, por lógica no alcanzo a vislumbrar sus hermosas y azules corrientes submarinas.

En ciertos concursos de la tele que miden los conocimientos del público, no saber de fútbol, no alcanzar esa cuota mínima que exige la cultura general, me pone feliz; es la única materia de la que ignorarlo todo me da punto, cosa que no me ocurre cuando fallo en preguntas de cine o de física o música, una ignorancia que me apena.

Dicen quienes lo conocen que más allá de un bonito deporte es un elemento socializador, sobre todo en la infancia, pero también te digo yo que es anti-socializador; aún recuerdo con un estremecimiento de útero los días en los que mi hijo llegaba triste del colegio porque el capitán del equipo no le había permitido jugar el partido en el recreo (cierto que era bastante malo).

Musculitos, tatuajes, modelitos...Será que viajo mucho en autobús o que camino bastante, pero estoy comprobando un hecho que me asquea, y es que no solo no disminuye, sino que va en aumento: el número de varones que escupen en la calle. ¡Y el fútbol también está detrás de eso! Por lo visto los futbolistas escupen mucho en el campo, y ya se sabe que imitar a las estrellas puede más que evitar una costumbre tan horriblemente machocarpetovetónica (¡hala!).

Ahora, lo acabo de oír en las noticias, salen los futbolistas de la liga, esas fieras estrellas millonarias con horripilantes peinados, con que se van a poner en huelga porque pagan demasiados impuestos. Dios de mi vida, como para no tenerles manía.

Cierto, estoy algo pillada. La vida te pone en bandeja situaciones que te disgustan para que aprendas a resolverlas, y debe ser por eso que en un descampado que había frente a mí casa acaban de poner un campo de fútbol con su césped artificial, sus lindas porterías y sus abundantes focos. A esa hora en la que suelo salir a la terraza a leer, ver las nubes y escuchar los gritos de los vencejos, ahora me toca escuchar los gritos de los futbolistas. Pásala, pásala, uuuuuuuy, me cago en tu padre y el pito del árbitro se han convertido de la noche a la mañana en la banda sonora de mis tardes, allí donde antes había vencejos. Y así hasta bien entrada la noche, los gritos y los pitos.

¿No querías sopa? Toma dos platos, hija, y ahora a trabajártelo.

Sí, soy una neuras, no lo niego, pero en este asunto hay demasiada testosterona en juego para mis pobres oídos.

Y encima, para redoblar mi desdicha, está pagado con mi dinero. Así que donde siempre ha habido una hache, la quito y pongo un lamento. Definitivamente "ay"que joderse.









domingo, 12 de abril de 2015

HAIKUS EN EL CORREDOR DE LA MUERTE.

Tengo unas ganas locas de viajar a Japón. Sé que tanto mi lado más curioso como el el más sensual quedarían colmados con la visita. Me he comprado una hucha que sé que difícilmente lograré llenar, pero habiendo renunciado por razones obvias a viajar al espacio, cosa que me encantaría, Japón es lo más parecido a la Luna o a Marte que puedo encontrar, así que eurito a eurito lo mismo en siglo XXII...

Sé de gente que habiendo logrado llegar hasta allí tras planearlo a conciencia, tras muchísimas horas de vuelo y el colosal desembolso económico que supone, solo se ha sorprendido con los helados de dos bolas de ajo y pepino, las sandías cúbicas, la leche con sabor a cerveza pilsen o las chicas vestidas de muñecas manga, que no digo yo que sea poco, pero por supuesto es quedarse en la superficie de un país tan complicado.

Prácticas y costumbres japonesas que nos resultan más o menos conocidas en occidente, como pueden ser los complejos por sencillos arreglos florales del ikebana, la ceremonia del té, las artes marciales o la práctica del sumo, nos muestran que allí todo se hace con alma; nada es gratuito, en casi todo hay una intención diríamos que sagrada, y si no sagrada, al menos alguna intención.

Un país donde se montan largas colas ante ciertas cafeterías donde además de un té se te ofrece la oportunidad de acariciar un gato, es un país cuanto menos interesante; pero Japón no es solo interesante, ni solo impactante desde un punto de vista estético, Japón tiene un alma profunda, extraña, chocante. Compleja, sí, pero hermosa. Y algunas veces cruel.

Conociéndolos solo un poco, es decir que sorpresa sorpresa no es, alucinas un rato si te enteras que se celebró en febrero un macro-funeral budista en Tokio por el alma de montones de perro-robots; no solo hay que estar muy loco para eso, que sí, también es una ceremonia que da muestra de lo profunda y complicada que puede ser el alma humana, y más si ese alma es japonesa, aunque no sea canina.

Sí, Japón es un país raro, de los de alucinar en colores, ya lo sabía, pero me ha hecho falta leer un libro tan desgarrador y tan bello como esta selección de poemas compuestos por condenados a muerte para flipar en todas las gamas del azul y del gris.

Las filólogas Elena Gallego y Seiko Ota, nos presentan en "Haikus en el corredor de la muerte" una antología de poemas escritos por presos, la mayoría de los cuales ya ha muerto en la horca o está aún pendientes de la revisión de su condena, que no sé qué es peor.

Este tipo tan sutil de escritura que se practica en las cárceles es parte de una costumbre más antigua y muy arraigada en la sociedad japonesa, la de componer un poema si estás disgustado, enfermo o triste, incluso si estás a punto de morir, como ocurre en este caso. Testamento vital por escrito, el adiestrarte en esta bella actividad poética a las puertas de la muerte, es vista por ellos, los japoneses, una actividad mucho más productiva que decir o hacer algo fuerte, o que entregarte a la desesperación; me gusta la idea de fondo, quizás yo también sea un poco marciana o tan poco rebelde como ellos.

Sin duda han dado con una fórmula bella de despedida y también estremecedora: plasmar tus últimos pensamientos y emociones en un poema excelso, sobrio y sencillo, de solo diecisiete sílabas. ¡Si la afilada hoja de la guadaña pende cuál espada de Damocles sobre tu cabeza, no grites ni golpees las paredes, escribe un haiku!

Ya escribieron poemas de despedida ancianos ilustrados, antiguos monjes budistas que intuían su fin cercano, los fieros samurais antes de hacerse el harakiri y algunos pilotos kamikazes antes de estrellarse como un viento divino contra el objetivo enemigo. Pero que también se escriban en el corredor de la muerte, me parece estremecedor. Sobre todo porque existe el corredor de la muerte y el final de ese pasillo es oscuro y tenebroso.

Hay que reconocer que estas palabras de despedida son fruto de una sociedad muy refinada, sí, pero también muy puñetera.

Los poemas más numerosos hablan de las madres y otros seres queridos o del pueblo natal, en la mayoría el condenado acepta su destino y soporta su merecida soledad, y en todos está incluido el kigo o palabra de estación, marca por excelencia de un buen haiku.

Si cuando llegue a Japón en el siglo XXII aún continúa la moda de las muchachas disfrazadas, espero que ya no exista allí la pena de muerte, para no llevarme encima el disgusto añadido de que casi ninguna de esas preciosas muñecas sabe que en su país se practica la pena capital, como tampoco sus abuelas que se disfrazaron de princesas manga allá por el sigo XXI lo sabían.


                                    "Solamente de ida
                                     huella dejó
                                     el camino escarchado"

                                              (Fuuten. Ejecutado a los 30 años.)



lunes, 23 de febrero de 2015

SENHORA CABRITA

Calle de Olhao. Foto de S. M.

Ya tenía elegido el apellido para mi alter ego desde hace mucho: Cabrita.

Nada original, aunque lo parezca. Es un apellido relativamente frecuente en el Algarve portugués, junto a Guerreiro, Sousa y Oliveira.

El nombre, Ermelinda, aunque francés de origen, también lo encontré en el Algarve hace algo más de un año escrito en una lápida del viejo y coqueto cementerio de Cacelha Velha.

Así que os saluda desde estas páginas la senhora Cabrita, que también tiene el alma canina. Ermelinda Cabrita para los amigos y para servirles: esa también soy yo.

Mi alter ego portugués tiene mucho de mí misma, y mucho que no soy yo, empezando por mi renuncia a la españolísima eñe, esa severa letra nasal que se cubre del chaparrón hispánico con el paraguas de su virgulilla y que aquí tanto nos marca.

Ese lado absurdo y ligeramente triste que tantas veces me envuelve, queda en el heterónimo perfectamente arropado.

Allí, de ese lado, hablo más suave y por imitar a los portugueses intento reírme menos, aunque eso me cuesta horrores, y puede que al final me ría hasta más.

Mi alter ego de aquel lado comparte con mi ego de este el amor por el paisaje que nos une, por las altas araucarias, la ropa moviéndose en los cordeles y los almendros floridos.

Ambos amamos el Atlántico bravío y el azul impenitente del cielo, las mareas de la ría Formosa y los platos de pulpo bien aliñados. Ambos detestamos el ruido gratuito y la prepotencia.

Como senhora Cabrita me siento cómoda, me quito parte de la carga que conllevan mi nombre y mis apellidos verdaderos. Mas que por bello me gusta porque es elegido, por su punto entre cursi y loco.

Suena bien: la música siempre es importante.

Es un nombre con pequeños cuernos, con desconchones pero con el fulgor de la cal más blanca, añejo pero algo gamberro, absurdo aunque admito a mi pesar que demasiado formal. Con él me siento en casa y a la vez muy lejos.

Ermelinda Cabrita, ese es mi otro nombre: dulce como un fado y potente como un oporto branco bien frío. 


lunes, 26 de enero de 2015

VOTANDO POR ENCIMA DE NUESTRAS POSIBILIDADES


Este 2015 viene cargadito de oportunidades, como buen año crítico que se precie.

Hastiados de gobiernos marrulleros, de partidos tramposos, de pactos penosos, de lo mismo de siempre con otro collar, de aquello que se ha demostrado más un problema que parte de la solución, en este año de abundantes comicios tenemos la ocasión de probar por fin en política platos nuevos, partidos jóvenes o alianzas exóticas que nos devuelvan la esperanza de que otro modo de hacer política es posible.

Pero un exceso de oportunidades puede darse la vuelta y convertirse en una nueva crisis, siendo este un hecho que no consta en ningún ideograma chino, pero que existir, existe.

Municipales, autonómicas, generales...De la abundancia al hartazgo hay un paso muy pequeño que se nos puede volver en contra.

Solo de pensar en la multitud de campañas atacando por distintos frentes con sus eslóganes, sus cancioncitas, sus caritas fotoshopeadas de hermosísimos líderes ondeando al viento me entra pavor. Los dientes me castañean, y el poco calor que había en mi cuerpo se me escapa por los pies.

Me dan ganas de gritar: ¡por favor, no abusen más de nosotros! 

Y sobre todo: no nos hagan votar por encima de nuestras posibilidades.